viernes, 24 de septiembre de 2010
Benito enamorado
La casa bullía de gente y Benito convidaba con sandwichitos de salame y jugo de naranja a la princesa, a su dama de compañía, a los lacayos y los caballeros, al peluquero y la mejor amiga y hasta a los caballos.La princesa y su mejor amiga se dedicaban a observar a Benito de arriba a abajo, evaluarlo con unos ojos amarillos parecidos a los de los lagartos y a cuchichear a tal velocidad que las bocas dejaban ver las lenguas finitas y unos colmillos agudos tan agudos que llamaron la atención de Don Buto y encantaron a Benito. Una princesa con dientes de dragón, pensó suspirando Benito, en tanto los caballeros planeaban un torneo de justas en pleno comedor y los lacayos iban y venían preparando caballos y armaduras y lanzas.Don Buto sintió que todo aquello era demasiado y trató de convencer a Benito para que los sacara de la casa, pero el dragón, más enamorado que nunca, solo tenía ojos y dientes y resoplidos con llamitas de colores para su princesa con pelo de fuego y ojos de cocodrilo.Las horas pasaron, los sandwiches y el jugo se acabaron. El torneo dejó un saldo de 7 caballeros ganadores, 4 en segundo lugar, 8 en tercero y 1 perdedor por abandono, es que Sir Panfrancés duque de Pastafrola, no pudo subir al caballo tanto sandwich, tanto salame y tanto jugo con soda.Por suerte para Don Buto a las doce de la noche, que es la hora en que se deshacen la mayoría de los hechizos, se acallan los cuentos, las princesas se quedan dormidas y los dragones recobran la cordura, Benito, cansado de preparar sandwichitos sin poder llenar a la insaciable princesa, decidió que lo mejor sería buscarse una dragona de la cual enamorarse, que son menos tragonas y no tienen mejores amigas habladoras. Y no bien lo decidió y lo comunicó con un par de rugidos, el cortejo entero salió cabizbajo de la casa, y mientras Don Buto se sentaba en su sillón preferido a ver televisión, la princesa le pidió a Benito una bolita de fuego, según ella para lavarse las manos, y ocurrió que cuando Benito sopló, despacio, con cuidado, una bolita de fuego azul se fue formando en la palma verde de la mano de la princesa y se fue agrandando hasta tragársela por completo y después tragarse el brazo y después a toda la princesa que quedó flotando dentro de aquella burbuja de frío fuego azul.
Se estará bañando pensó Benito. Pero no, lo que ocurrió es que la tal princesa no era princesa sino dragón y cuando el fuego se extinguió pudo mostrarse tal cual era con sus púas rojas y sus labios enormes, rojos también y sus alas a lunares verdes.Don Buto se había dormido en el sillón así que Benito y su princesa dragón tuvieron que arreglárselas solos para guardarse en el cajón de los cuentos, claro que antes hicieron un paseíto por la noche, muy cerca de la luna.
lunes, 13 de septiembre de 2010
Cuento olvidado
Cuando Don Buto sale a pasear con su nieta, seguro que olvida llevar un cuento en su ojal. Es que con Ebe le alcanza y le sobra para volverse loco, sobre todo cuando llega a la casa de su abuelo prendida del brazo de su amiga Nina. Cuando eso ocurre Don Buto respira hondo, se llena los bolsillos de caramelos y se vuelve todo oídos:
Nina: No sabés qué lindo que es el perro de Julián. Requete lindo...como Julián.
Ebe: Yo vi uno igual por la tele.
Nina: Tiene unos oojitooosss re lindos, re brillantes... como los de Julián.
Ebe: El de la tele los tenía azules.
Nina: Tiene unas manitos re-suavecitas, así deben ser las de Julián ¿no te parece?
Ebe: Los perros no tienen manos.
Nina: Sí tienen, las patas de adelante son las manos de los perros.
Ebe: El que vi en la tele era color gris con manchas blancas, parecía hecho de nieve.
Nina: El de Julián es morocho como Julián.
Ebe: No hay perros morochos nena.
Nina: Sí hay.
Ebe: No hay.
Nina: Sí que hay el de Julián es morocho y con rulitos....como Julián.
Ebe: El de la tele tenía las orejas muy paradas para escuchar lejos porque esos perros cazan para comer.
Nina: El de Julián tiene unas orejitas re chiquititas como las de Julián.
Ebe: Mi mamá me dijo que cuando nacen toman la teta como mi hermanito ¡Qué asco!
Nina: Mi mamá me dijo que puedo invitar a Julián a tomar la leche ¡Qué lindo!
Ebe: ¿Puedo ir yo también?
Nina: No.
Ebe: ¿Por qué?
Nina: Porque no.
Ebe: Por qué no, nena.
Nina: Porqueeeee...porqueee...en mi casa hay poca leche.
Ebe: Ah!... bueno. El perro de la tele tenía la cola larga, larguísima, larguísima, terminada en un vueltita que hacía un círculo.
Nina: Ay síii...el de Julián la tiene re-peludita.
Ebe: Sí ya sé...¡como la de Julián!
Nina: ¡Tonta!